Puentedey - Ojo Guareña.
Animado por el espléndido día para disfrutar, por los cambios realizados en la moto y las ganas de rodar, me puse en marcha para conocer dos lugares peculiares y marcados como "pendientes"; el pueblecito Puentedey y el misterioso y no menos encantador Ojo Guareña.
Los comienzos de todas las rutas siempre son los mismos y en este caso pasa por Cangas de Onís hacia Panes, en donde nunca puede faltar la foto del desfiladero de Las Estazadas, esculpido por el rio Casaño, afluente del Cares, que más tarde se juntará con este en Arena de Cabrales.
Continuamos por el Desfiladero de la Hermida ahora recién asfaltado y arreglado, que al llegar al pueblo que cede su nombre a esta garganta, nos desviamos a la izquierda hacia Puentenansa. A pocos kilómetros, después de Piñeres, tendremos que estar atentos si queremos subir al mirador de Santa Catalina ¡La de veces que pasé por esta carretera y nunca encontré el desvío! Subida encantadora, a traves de un bonito bosque de robles y de hayas, con una dura pendiente para los que gusten de las bicicletas.
La historia, muy bien indicada y contada. Una pena que no podamos más que intuir lo que era tanto la torre como el patio que se denomina la bolera de los moros.
Impresionantes vistas, con un balcón solo para apto para valientes desde donde se podría controlar una basta extensión del territorio. Balcón sustentado por unas vigas que aunque parecen sólidas le da cierta flexibilidad que con movimiento o peso la hace moverse, yo por si acaso, asomarme lo justo.
Hacia el sur, vemos la subida hacia Potes, entrada desde Castilla y León.
Hacia el norte, La Hermida y carretera dirección a Panes.
Dejo atras Cantabria en busca de mi siguiente punto pendiente, el pueblo de Puentedey. Lo más normal sería entrar por Soncillo para desviarse a los pocos kilómetros, pero como el gps es de lo más caprichoso me lleva hasta este emplazamiento curioso y original por pista de tierra desde Cubillos del rojo, nada que una SuperTenere no pueda afrontar. Estamos en la comarca de merindades.
El pueblo se asienta sobre un puente natural de roca, esculpido por el rio Nela que fue esculpiendo la roca a lo largo de los milenios, también lo conocer como "el dedo físico de Dios".
Continuamos por Linares hacia Ojo Guareña empezando a transformarse el paisaje en algo subrrealista, por algo es el complejo Kárstico más grande de la Península.
Llegamos a Ojo Guareña. A pocos metros hay un espacioso parking, pero hoy no hace falta. Ni un alma a la redonda, las ventajas de ir en temporada baja.
para más tarde ir estrechándose y adaptándose al terreno.
Y llegamos a la cueva y Ermita de San Bernabé, dentro del complejo Kárstico declarado monumento nacional en 1996. En las cuevas hay restos que datan del Paleolítico medio y la Edad Media, con una fauna y flora solo encontradas en sus entrañas. Por suerte, estaba abierto, con otro grupo ya esperando para entrar. La cueva impresiona, su recorrido se hace muy ameno con las explicaciones del guía y al final te queda claro cómo se ha formado esta peculiar cueva, tiene más de 100km que se sepa, así de porqué la denominación de "Ojo Guareña", donde el misterio y la muerte quedaron marcados para la eternidad. Muy recomendable y la entrada de 3,50€ bien lo merece. Más info. El complejo está compuesto de más cuevas, pero no siendo visitables todavía, excepto la recién abierta Cueva Palomera, que lo dejaremos para otro día.
Por hoy nada más, ahora toca la vuelta a casa con 240km seguidos. ains....
Nos vemos en ruta.
Continuamos por el Desfiladero de la Hermida ahora recién asfaltado y arreglado, que al llegar al pueblo que cede su nombre a esta garganta, nos desviamos a la izquierda hacia Puentenansa. A pocos kilómetros, después de Piñeres, tendremos que estar atentos si queremos subir al mirador de Santa Catalina ¡La de veces que pasé por esta carretera y nunca encontré el desvío! Subida encantadora, a traves de un bonito bosque de robles y de hayas, con una dura pendiente para los que gusten de las bicicletas.
La historia, muy bien indicada y contada. Una pena que no podamos más que intuir lo que era tanto la torre como el patio que se denomina la bolera de los moros.
Impresionantes vistas, con un balcón solo para apto para valientes desde donde se podría controlar una basta extensión del territorio. Balcón sustentado por unas vigas que aunque parecen sólidas le da cierta flexibilidad que con movimiento o peso la hace moverse, yo por si acaso, asomarme lo justo.
Hacia el sur, vemos la subida hacia Potes, entrada desde Castilla y León.
Hacia el norte, La Hermida y carretera dirección a Panes.
Continuo por carreteras bien conocidas, sin apenas tráfico, para disfrutar de la moto, la naturaleza y sus paisajes. Subida por el Puerto Palombera, sombría, húmeda y llena de vida.
Dejo atras Cantabria en busca de mi siguiente punto pendiente, el pueblo de Puentedey. Lo más normal sería entrar por Soncillo para desviarse a los pocos kilómetros, pero como el gps es de lo más caprichoso me lleva hasta este emplazamiento curioso y original por pista de tierra desde Cubillos del rojo, nada que una SuperTenere no pueda afrontar. Estamos en la comarca de merindades.
El pueblo se asienta sobre un puente natural de roca, esculpido por el rio Nela que fue esculpiendo la roca a lo largo de los milenios, también lo conocer como "el dedo físico de Dios".
Continuamos por Linares hacia Ojo Guareña empezando a transformarse el paisaje en algo subrrealista, por algo es el complejo Kárstico más grande de la Península.
Llegamos a Ojo Guareña. A pocos metros hay un espacioso parking, pero hoy no hace falta. Ni un alma a la redonda, las ventajas de ir en temporada baja.
En un principio como no había nadie pensé que estaba cerrado, así que me dedique a visitar el lugar, muy bien acondicionado. Amplia bajada hacia la ermita...
para más tarde ir estrechándose y adaptándose al terreno.
Y llegamos a la cueva y Ermita de San Bernabé, dentro del complejo Kárstico declarado monumento nacional en 1996. En las cuevas hay restos que datan del Paleolítico medio y la Edad Media, con una fauna y flora solo encontradas en sus entrañas. Por suerte, estaba abierto, con otro grupo ya esperando para entrar. La cueva impresiona, su recorrido se hace muy ameno con las explicaciones del guía y al final te queda claro cómo se ha formado esta peculiar cueva, tiene más de 100km que se sepa, así de porqué la denominación de "Ojo Guareña", donde el misterio y la muerte quedaron marcados para la eternidad. Muy recomendable y la entrada de 3,50€ bien lo merece. Más info. El complejo está compuesto de más cuevas, pero no siendo visitables todavía, excepto la recién abierta Cueva Palomera, que lo dejaremos para otro día.
Por hoy nada más, ahora toca la vuelta a casa con 240km seguidos. ains....
Nos vemos en ruta.
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